Por: Ormuz Jesús Sojo
Foto: Ormúz Sojo
SAN JUAN.- Caras largas y mucha tensión. Luis Sojo se para y
ve el lineup. Dorante, su tocayo y coach de banca, le comenta algo mientras
nuevamente ven la alineación. Wilson Álvarez entra en la conversación y se
atraviesa en los lentes que intentaban fotografiarlos desde el box.
Carlos González toma el bate y falla con rodado por segunda.
Dos fanáticos que estaban detrás del dugout de la derecha toman sus banderas y
decididos a irse, empiezan a subir las escaleras.
Salvador Pérez suelta un violento doble, que levanta a todo
el equipo del banquillo. Alex Torres arregla su gorra volteada minutos antes
para ligar. “Vamos, coño”, grita alguien desde adentro. Los aficionados que se
iban, ahora son detenidos por la esperanza. El rally podía llegar.
Martín Prado entra a la caja y suelta tubey remolcador.
Salvador Pérez pisa con fuerza al dugout. Todos se levantan a recibirlo. El
juego estaba por tres y JC Romero daba signos de cansancio desde la lomita.
Se acaba el tiempo de Ramón Hernández en el círculo de
espera. Se disponía a tomar el turno como emergente cuando el manager boricua
prefiere llevarse al zurdo. Su carta para cerrar era Fernando Cabrera.
Mientras el diestro calienta, Sojo y Dorante se paran del
banco y nuevamente ven el lineup. “Montero”, grita el petareño. “Entra tú”, le
ordena. Miguel toma su bate y estira los brazos.
Ponche con cinco pitcheos encienden las tribunas. Los de
casa estaban a un out de lograr el pase y sacar a Venezuela.
Pablo Sandoval sale. Se asoma a ver al público y vuelve a
entrar. Entre la euforia borincana se cuelan ojos de tristeza de los
venezolanos. Dos señores se quejan desde las tribunas porque los fotógrafos no
los dejan ver. “Ya está bueno”, exclaman.
Omar Infante se arregla en la caja. El primer envío lo deja
pasar: strike cantando. El segundo, igual. El tercero termina siendo fly al
cuadro. Así se acaba el sueño.
El cuerpo técnico es el primero en abandonar la cueva. Sólo
Carlos García en un extremo y Luis Dorante, en el otro, contemplan la
eliminación junto a sus jugadores.
Carlos González y Omar Infante recogen sus implementos,
mientras Álex Torres y Mario Lisson no se quieran parar. Las lágrimas buscan
salir, pero ante las cámaras y la fiesta local, no se atrevieron a llorar. Sus rostros
hablaban por sí solos.
Frustración y tristeza. No era el típico adiós, era más que
eso. Ni la segunda ronda fue alcanzada.
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